Las emociones son parte fundamental en nuestra vida. A lo largo del día van cambiando, aportando información sobre los demás, aunque en mayor medida, sobre nosotros mismos. Con una buena regulación emocional podemos aprender mucho sobre el medio en el que nos desenvolvemos, siendo más fácil la consecución de nuestros objetivos. De igual modo, una mala regulación emocional puede llevarnos a situaciones muy desagradables y dolorosas.
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Os comento un ejemplo:
Susana vive con sus padres y las discusiones entre ellos son frecuentes y le cabrean mucho. Siente que su vida le decepciona, no consigue disfrutar de nada, y que las personas son injustas con ella.
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Pese a todo, Susana consigue llevar una vida normal. Tiene un trabajo, tiene pareja (Héctor) y, alguna vez por semana, sale con alguna amiga a tomar café o dar una vuelta por los centros comerciales.
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Lo que ocurre es que cuando Susana se enfrenta a una situación desagradable no es capaz de desconectar de estas emociones durante mucho tiempo, de forma que se traslada a todas las áreas de su vida.
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Por ejemplo: El sábado tenía una cita muy importante con su pareja, esa cita era muy deseada ya que llevaba toda la semana pensando en ella. Ese mismo sábado, en la comida, surge una discusión entre sus padres, similar a la de otros días, sólo que ella terminó entrando en la discusión al no poder soportar escucharlos discutir ese día que era tan importante para ella. Por la tarde, sólo podía pensar en lo injusta que era su vida; lo harta que estaba de unos padres que no saben convivir; en que ella no está dispuesta a tener una vida como la de sus padres. Mientras se arreglaba y preparaba para el evento no podía dejar de pensar en lo sucedido. Cuando llega el momento de estar con su pareja no podía concentrarse en disfrutar de la velada, además se resistía a que la discusión del mediodía le fuera a fastidiar esa cena, aunque realmente, estaba aún enfadada con la situación sin apenas disfrutar de la cena y, al final, terminó discutiendo fuertemente también con su pareja.
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Aunque no todos somos Susana, sí que podemos recordar algún momento en el que una reacción de cabreo se trasladó a otras áreas nuestra vida, haciendo que no disfrutemos tanto de éstas o directamente, que terminen malamente.
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Existen personas que por el contrario tienen la capacidad de no quedarse atrapadas por sus emociones, sino que son capaces de manejarlas para hacerlas más beneficiosas y obtener información a partir de ellas.
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Esta inteligencia emocional que tienen algunas personas se llama regulación emocional. La regulación emocional es la habilidad de identificar y comprender qué estamos sintiendo, aceptando la experiencia emocional y gestionando la emoción para pasar a un estado emocional más afectivo y adecuado para la situación.
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Aunque generalmente, asocia esta habilidad con las emociones negativas, también podemos regular las emociones positivas para hacerlas más duraderas.
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¿Cómo podemos regular nuestras emociones?
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Existen unas estrategias que nos ayudarán a cambiar cómo nos sentimos en el caso de que no nos ayude a poder hacer lo que queramos, y por otro lado, prolongar aquellas emociones que nos agradan. Estas estrategias son cuatro:
- Cognitivas: los pensamientos que utilizamos para cambiar de estado emocional o mantenerlo, por ejemplo: «Me he preparado la charla de mañana, me va a salir bien. Estoy nervioso, es normal, además esta energía me va a venir bien para estar activo y centrarme en la reunión».
- Conductuales: son aquellas conductas que llevamos a cabo para conseguir esta regulación. Por ejemplo, en el caso de Susana podría haber utilizado la música, o llamar a una amiga para poder contarle lo que le pasaba.
- Afrontamiento de la situación: son las estrategias que utilizamos para hacer algo con nuestra emoción. Por ejemplo en el caso de Susana mientras sale a pasear puede prestar atención a sus pasos hasta encontrarse más relajada, y volver a casa para arreglarse más relajada.
- Distracción de la situación: son estrategias que utilizamos para apartarnos de la situación. Por ejemplo, en el caso de Susana podría haber abandonado la mesa y salir a la calle a dar un paseo.
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Estas estrategias pueden ser muy útil para la regulación emocional. Ninguna es mejor o peor que cualquiera de las otras, esto depende mucho de los recursos y características de la persona. En consulta, generalmente abordamos estas estrategias para que las reacciones emocionales negativas, y la fugacidad de las positivas no tengan un impacto paralizante sobre nuestra vida y que nos aleje de lo que realmente queremos.
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Si sientes que los problemas en áreas de tu vida te afectan de forma considerable y necesitas ayuda, no dudes en contactar con nuestro equipo de Psicología.
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